La formación de instructores debe implementarse en las empresas para actualizar al personal que imparte cursos en las nuevas tendencias que emergen sobre los procesos de enseñanza aprendizaje, de tal suerte que puedan beneficiar su quehacer profesional. Una de los campos de mayor desarrollo es el que refiere a los procesos de facilitación.

Un instructor, experto en los temas propios de su especialidad, debe desarrollar funciones de facilitador para mejorar los procesos de instrucción en cada uno de los cursos a su cargo.

En ciertas circunstancias, cuando existe una discusión compleja en donde participan aquéllos que tienen puntos de vista e intereses particulares, un buen proceso de facilitación puede hacer la diferencia entre el éxito o fracaso de la sesión. Los procesos de formación de instructores deben ser implementarse de forma continua en todas las organizaciones, para que el personal a cargo de los diversos procesos de capacitación, se encuentren debidamente entrenados.

Como facilitador, es posible que debas recurrir a una amplia gama de habilidades y herramientas, desde la resolución de problemas y la toma de decisiones, hasta la gestión de equipos y las comunicaciones.

Lo que hace un facilitador es asegurarse de que un grupo de participantes alcance los objetivos planteados en el curso, mediante la exposición de contenidos de manera clara y específica, así como el diseño e implementación de actividades de aprendizaje. No obstante, Una recomendación que se sugiere antes de impartir cualquier tipo de capacitación, es detectar cuáles son los objetivos y las expectativas que tiene el grupo respecto al curso o taller que se va a impartir; del mismo modo, será deseable tener referencia de qué tipo de formación profesional tiene cada participante para hacer las adecuaciones necesarias al contenido.

La responsabilidad que del instructor dentro del proceso de facilitación:

  • Diseñar y planear el curso con base a las necesidades de la audiencia, seleccionando las herramientas que apoyen de la mejor manera el proceso del grupo para alcanzar los objetivos de aprendizaje.
  • Guiar y controlar el proceso del grupo a través de las siguientes acciones
  • Participación efectiva
  • Que los participantes alcancen acuerdos en forma mayoritaria
  • Las contribuciones deben ser consideradas e incluidas como ideas y soluciones para determinar las conclusiones finales.

Existen ocasiones en que la discusión, el análisis y el debate de las ideas son tan fructíferos, que es preferible ajustar tiempos de las actividades posteriores del curso para dar lugar a estos espacios que propician el enriquecimiento de los participantes. Por todo ello, se sugiere medir el “termómetro de la audiencia”, indagando en los primeros momentos si los participantes tienen el perfil para llevar a cabo una sesión con discusiones abiertas o de lo contrario, llevar un proceso más personalizado con preguntas dirigidas.

Los procesos de facilitación deben ser adecuados al perfil de las nuevas generaciones de participantes. En la actualidad existen muchos jóvenes que poseen bajos niveles de atención y concentración, lo que a la postre, constituye un factor a considerar al plantear estrategias de intervención dentro del aula.

Finalmente, se concluye que, es vital que las compañías que cuentan con centros de formación interna, capaciten a su personal en los talleres de formación de instructores, para que las personas a cargo de la capacitación, tengan las herramientas necesarias para afrontar los nuevos retos que implica capacitar a las nuevas generaciones.

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